Cuando nací, allá por los 60, España empezaba a mejorar económicamente gracias a un nuevo plan de desarrollo, después de lo sufrido en la Guerra Civil y la posguerra, junto con las repercusiones de la 2ª Guerra Mundial. La emigración estaba a la orden del día, tanto fuera de nuestras fronteras como dentro. Mucha población rural emigró a las ciudades creándose en los extrarradios suburbios con condiciones muy precarias.En estas condiciones los medios disponibles se utilizaban para las necesidades más inmediatas, quedando la mayoría de la educación de los niños en la gente con posibles. Los libros eran un lujo en muchas casas y en la mía brillaban por su ausencia.
Lo primero que cayó en mis manos fue un TBO, todavía no sabía leer, pero las imágenes me cautivaron. Cuando por fin aprendí a hacerlo lo celebré como si fuera un día de fiesta.
Mi hermano llevaba a casa los cuadernos de historietas que le dejaban sus amigos.
Esos cuadernos de historietas eran unas revistas que salían semanalmente y eran de forma apaisada.
Recuerdo las de Roberto Alcázar y Pedrín, El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, Hazañas Bélicas....
Desde entonces leía todo lo que encontraba y nació en mí una pasión que todavía perdura.
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