Continúa....
Los siguientes días y debido a la urgencia de la situación, las comunicaciones con Reibur se multiplicaron.
La necesidad hacía que muchas de ellas se produjeran en nuestra viviburbuja y a veces, hasta que mi padre aparecía, yo me encargaba de entretenerle.
Al principio trataban de mantener la privacidad de las comunicaciones, pero con el paso de los días y debido a mi proximidad y los rumores que corrían por la nave, era bastante difícil conseguirlo.
Debido a mi próxima incorporación al siguiente nivel en mi formación y como práctica, pedí a mi padre poder participar en esta aventura, ya que rompía la rutina de mis días. Después de sopesarlo y gracias al apoyo de Reibur, al que yo había convencido de que me apoyara, me permitieron formar parte de ella, aunque solo fuera para servir de enlace en las comunicaciones.
De esta forma pude aprender cosas nuevas del universo que nos rodea y también todas las incógnitas y peligros que conllevaba la misión.
Las conversaciones que mantenía con Reibur pasaron poco a poco de ser sobre la misión a otras de carácter más personal.
Así acabamos conociéndonos mejor, como era nuestro día a día, nuestras aspiraciones dentro de las limitaciones de nuestro espacio y también cuáles eran nuestros deseos. Con el paso del tiempo se formó entre nosotros una conexión que acabó en una verdadera amistad y que hacía crecer en mi interior un sentimiento cálido cada vez que nos comunicábamos.
Era un sentimiento nuevo que no había sentido nunca por nada ni por nadie y al final tuve que reconocer que me estaba enamorando de él.
Desconocía cuáles eran sus sentimientos hacía mí, pero sabía que no le era indiferente del todo.
Llevábamos ya ocho meses casi ininterrumpidos inmersos en los preparativos de la localización exacta del agujero negro, los estudios de como abordar la entrada y los posibles problemas a resolver, cuando hace dos días ocurrió algo que me tiene con los nervios a flor de piel.
Reibur conectó como ya era una costumbre diaria y como mi implicación era ya importante, no me hicieron salir de la sala.
Reibur informó a mi padre que debido a la inminencia del inicio de la misión y como tripulante seleccionado, tenía pensado viajar a la IREX, para agilizar la terminación de la nave de exploración que se estaba construyendo aquí.
Desde que lo oí no puedo dejar de pensar en como será tenerle cerca y poder hablar con él cara a cara.
La distancia entre las naves nodrizas hace que todavía falten diez días para que aterrice en la nuestra y según se acerca el día me voy poniendo más nerviosa.
Sin embargo, la alegría de tenerle en nuestra nave por un tiempo se ve empañada por la inminencia de la misión y su ausencia de nuevo por un espacio de tiempo desconocido.
Aún así procuro ser positiva y dejar que las cosas sigan su curso natural, después ya se verá.
Desde mi habitación en la viviburbuja contemplo la oscuridad del espacio exterior que nos rodea, salpicada aquí y allá por puntos luminosos, algunos inquietantes y otros de profunda belleza, que me llevan a soñar con su llegada.
Ven pronto Reibur.
Fin.
Nota: El relato se ha adaptado a este tiempo y para su publicación en el blog.
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